viernes, 29 de febrero de 2008

El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli

Estamos ante uno de los cuadros más bellos de la pintura italiana del Renacimiento, y una de las más fervorosas reivindicaciones del desnudo femenino y de la fuerza del amor, simbolizadas ambas en el cuerpo curvilíneo de la diosa Venus.

La pintura, ejecutada en 1484, pudo tener un precedente en una obra de temática similar elaborada por el pintor griego Apeles que, aunque perdida, se recordaba en Florencia gracias a los siguientes versos de Poliziano:

Por los céfiros lascivos empujada / veríais la diosa que del mar salía / exprimiendo cabellera remojada / mientras otra mano el pecho la cubría.

El momento real que representa el cuadro no es el nacimiento de la diosa, sino su llegada sobre una concha (símbolo de la fertilidad) a una de las islas que tradicionalmente se consagran a esta deidad, posiblemente Citerea. Venus llega empujada por el viento exhalado por Céfiro, cuyo cuerpo se entrelaza con el de Cloris, ninfa de la brisa. Las rosas que caen a su alrededor simbolizan el amor. Al otro lado, la ninfa Flora espera a Venus para arroparla con su manto.

El cuerpo de Venus resplandece en una desnudez lánguida, mientras que su larga cabellera se agita al viento formando un dibujo sinuoso muy característico del estilo de su autor. El contraposto que observamos en la diosa nos remite a la Antigüedad clásica, mientras que su rostro parece que pudo estar inspirado en el de una de las jóvenes más bellas de la Florencia quattrocentista, Simonetta Vespucci. De ella estuvo enamorado el mismísimo Giuliano de Médici, pero desgraciadamente la joven falleció con tan sólo 23 años, dos años antes de que Giuliano encontrara una muerte terrible a manos de sus enemigos ante el altar de la catedral de Florencia.

A diferencia de otros pintores contemporáneos, obsesionados con la perspectiva, en esta obra Botticelli la ignora deliberadamente, al igual que deja en un segundo plano un paisaje pintado con un cierto "infantilismo". Son pues las figuras las que centran la atención del espectador, sobre todo la de la diosa, que en su rostro esconde toda la melancolía y la dulzura de que Botticelli solía dotar a sus figuras femeninas.

2 comentarios:

Lorena dijo...

Traje de Italia una réplica que ahora observo después de leerte. Me encanta esta maravilla de cuadro:) Un besazo

Meka dijo...

Siento no haberlo visto antes, pero no es Cloris* la ninfa de la brisa que sopla junto a Céfiro la concha de Venus, sino la ninfa Aura*.